miércoles, 17 de junio de 2020

SANANDO CON PSICOMAGIA II



Que es un psicomago?
Un psicomago es un artista sanador que trabaja con la intuición, por eso no hay “actos tipo”, ni un “supermercado de la psicomagia”.
Es cierto que a veces, podemos oír o leer actos que han realizado otras personas y que algo resuene en nuestro interior, decidamos repetirlo y finalmente logramos el objetivo esperado.

También uno puede experimentar la autopsicomagia, con actos bellos que nos dicte nuestro sabio interior.
No debemos prohibirnos algo que nos hace bien.
La solución psicomágica abarca un área infinita de posibles conflictos a sanar, desde curar una adicción, hasta hacer desaparecer las verrugas, pasando por conseguir llegar al orgasmo, prosperar económicamente o filmar una primera película.
No son las palabras las que curan, sino los actos.
El acto psicomágico moviliza nuestra psiquis profunda y nos hace tomar conciencia a todos los niveles, incluido el instintivo.
El objetivo del mismo es que la nueva información quede grabada en el cuerpo.
El psicomago, en palabras de Alejandro Jodorowsky, es un terapeuta que para sanar utiliza sin ninguna superstición ni superchería las técnicas de la magia.
Cristóbal Jodorowsky se define como una especie de “chamán urbano” que mezcla todos los elementos simbólicamente, con el único propósito de ser útil y de poder ayudar”
Para hacer psicomagia hay que ser artista, practicar algún arte unos años antes. El motivo es que nuestro inconsciente no es científico, no tiene que ver con lo racional, con lo lógico.
El psicoanálisis fue creado por doctores, médicos, científicos, que aprendieron a traducir racionalmente los mensajes del inconsciente.
Es por eso que sólo un artista puede entender el inconsciente, no un científico.
Dice Alejandro Jodorowsky que: “con un acto simbólico se puede curar una enfermedad orgánica” que muchos de nuestros problemas son “herencias” de nuestros padres y conviene devolvérselas a través de actos simbólicos.
Con frecuencia los actos psicomágicos transforman al que los realiza de una manera contundente, pero hemos de tener en cuenta que hay problemáticas muy complejas y que se van resolviendo por fases. Es como ir pelando una cebolla por capas. Hay que llegar al centro, pero no ves una capa hasta que no has quitado la anterior.
Hay lo que llamamos resistencias. Estar enfermo o en conflicto tiene sus compensaciones, la gente a veces quiere que las cosas cambien, pero no una transformación desde el interior.

Acto para enterrar fantasmas:
Moldear el muerto del que no se ha realizado el duelo con pasta de almendras. Realizar el ritual de enterramiento completo y poner flores en su tumba.

Confrontar con alguien que ha muerto:
Ir a la tumba y decirle lo que te hizo, como te sentiste, que consecuencias te ha ocasionado aquello y cómo te sientes ahora al respecto. Luego le pides una compensación (el universo te lo dará) y le pones palabra/s bella/s con miel en la tumba (por ejemplo “paz”)

Acto para sanar el nudo incestuoso:
Tomar ropa del padre o la madre (o por ejemplo, una camiseta en la que hemos serigrafiado una fotografía de él o de ella…) y pedirle a tu pareja o a una persona que se preste que se lo coloque y hacemos el amor con ella. De esta forma descargaremos la pulsión valiéndonos de la metáfora y se deshará el nudo.

Acto para definir la finalidad:
Comprar 7 días seguidos tu pastel preferido y tomarlo.
Se despertará el placer, la parte creativa. Luego vendrá la finalidad.

Cualquier enseñanza no adquiere toda su fuerza transformadora hasta el momento en que es aplicada. Una toma de conciencia que no es seguida de un acto resulta completamente estéril.
En cambio, un acto tiene un carácter más concluyente que cualquier palabra.
En definitiva, son los actos los que nos sanan, los que nos pueden cambiar la vida.
Las cosas importantes no se enseñan, se aprenden.
La palabra “aprender” deriva de “apoderarse”.
Un maestro puede dar algo a un alumno, pero no será suyo mientras él no lo asimile, no se apodere de ello a partir de un acto de voluntad.
Apoderarse de palabras te hace ser un contenedor de palabras, mientras que apoderarte de experiencias te transforma por completo.
“Todo lo que hemos recibido es un tesoro”.
Por tanto no es necesario eliminar ninguna parte. Lo que hay que hacer es fecundar lo que nos viene dado.
Si un padre abusó de su hija, la solución no es cortar la relación con él y odiarlo toda la vida, porque odiará a todos los hombres, se emparejará con abusadores y puede que esto se traslade a otros ámbitos de su existencia, como a lo laboral o a la red de amistades.
Lo sano es volver al padre, confrontar y pedir una compensación.
Del acto saldrá enriquecida, sabiendo ver al padre con otra mirada que reconozca sus dones que son los de ella.
Encontraremos en el abuso un maestro, un camino que nos ha llevado a ser lo que ahora somos.
Al parecer, aquello que nos atemoriza pierde su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlo. Si queremos fortalecer a un enemigo, solo tenemos que odiarlo, cuanto mayor es nuestro odio más sólido se presentará ante nuestros ojos.

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