Representa la energía, la inspiración, el amor, la pasión, el liderazgo y la espiritualidad. En los rituales, el fuego se representa en las formas de objetos ardientes.
El fuego es también elemento de transformación y vitalidad.
Participación
en la Creación, cuidaban la masa de gases radioactivos presentes en el planeta
y de la materia incandescente que debía ir sedimentándose y enfriándose de a
poco, para que el planeta en formación pudiera ser habitable.
Es elemento
activo masculino que simbolizaba la energía y el movimiento, al igual que el
agua, tenía el poder de la purificación y representaba además la luz y el calor.
Rey: Djin.
Domicilio:
Habitan en el fuego.
Dirección: Sur.
Hora de
invocación: Medio día.
Símbolos
representativos: Relámpago, volcanes, arco iris, sol, estrellas.
Potencia:
Libertad, cambio, vista, percepción, visión, iluminación, aprendizaje, amor,
voluntad, pasión, sexualidad, energía, autoridad, curación, destrucción,
purificación.
Género:
masculino
Energía:
proyectiva
Signos
Zodiacales: Aries, Leo y Sagitario
Espíritu:
Salamandra
Estación:
Verano
Color: rojo
Herramientas
mágicas: Lámparas o velas, varita mágica (la varita magina en algunas
tradiciones es considerada del elemento aire y el Athame de fuego.
Ofrendas: Velas
o lámparas, incienso, fuego.
Características:
Limpian y purifican de bajas pasiones y vicios y además nos permiten cambiar
para mejorar aquello que traba nuestro desarrollo. Se encargan de destruir
todas las fuerzas negativas, maleficios y conjuros que exista sobre una
persona.
INVOCACIÓN
Inefable e
increado rey y padre de las llamas primeras, que eres llevado en el carro veloz
de los mundos que incesantemente giran; dominador de las etéreas inmensidades
donde se levanta el trono de tu sapiencia, desde cuya altura todo lo descubren
tus ojos penetrantes y tus oídos benditos todo lo oyen; atiende la invocación
de quien amas desde el nacimiento de los siglos; porque tu áurea y gran
majestad, resplandece por encima del mundo, del cielo y de las estrellas, y
sobre ellas te levantas.
¡Oh fuego resplandeciente! Allí tú brillas y perduras
en ti mismo, por tu propio esplendor y salen de tu esencia inacabables arroyos
de luz que nutren tu espíritu infinito.
Este espíritu
infinito alimenta todas las cosas y hace este tesoro inagotable de sustancia
siempre dispuesta para la generación que la elabora y que se apropian de las
formas que tú te has infundido desde el principio. De este espíritu toman
también esos benditos gobernantes de tu reino que circundan tu trono y que
forman tu corte. ¡Protector de los bienaventurados mortales e inmortales!
Tú
resguardas sustancias que resultan maravillosamente semejantes a tu sabio
pensamiento y a tu esencia venerable.
Tú has
concedido superioridad a los elementales que anuncian al mundo tus verdades.
Ardemos en la incesante aspiración de poseerte; tú que enciendes la llama de la
vida. Amen, hecho esta , y así sera.
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