¿Qué deseo mueve tu alma?
Comunicar, enseñar, proteger, sanar, cuidar, …
Sólo tienes
que dejar “vibrar” a tu alma. Lo que cada familia vive, está directamente
relacionado con su misión, con lo que ha venido a hacer en esta vida terrenal.
Es
importante alinear cuerpo, mente y alma. Reconocer qué miembros forman parte de
nuestra familia, nos acerca a la misión que hay en común.
En nuestro interior
ya circula la vibración de nuestra familia que reclama enfocar la atención en
lo esencial, que es LA VERDAD, energía de amor y de luz, que debemos trabajar
interiormente día a día y luego proyectarlo para nuestro entorno.
Muchas veces los hechos se dan de
manera natural y de pronto nos damos cuenta que estamos haciendo lo que nuestra
energía nos manda, y que nos sentimos plenamente feliz al hacerlo.
QUE
ES EL ALMA MADRE?
El
Alma Madre es una vibración que engloba a todas las familias de almas. No es
masculina, ni femenina. Abarca al universo de las almas. Las chispas divinas
son esa Fuente en su esencia más pura.
Hay
miles y miles de familias de almas. Nuestro trabajo de crecimiento personal
repercute sobre los demás, de esta manera alineamos la conciencia colectiva. Despertando nuestra luz, ayudamos a que los
demás reconozcan la suya.
En
nuestra alma se encuentra nuestra "chispa
divina", que tiene como objetivo servir a la Fuente y, por
consiguiente a su "familia de almas". Aunque la chispa divina pudo
dividirse en otras partes, sigue siendo pura vibración. La identidad del alma
es celeste.
Las
almas son libres de escoger lo que quieran, ya que la Fuente, no juzga sus
actos. Todo está al servicio de la evolución. Nuestra "parte oscura"
es inherente a la encarnación. La oscuridad también está presente en el más
allá. Está rodeada de luz, de chispas divinas. La sombra se sostiene por el amor, y sin amor no podría existir.
La
sombra existe debido a la libertad del alma, puesto que el alma siempre es
libre de alejarse de la luz. Si la Fuente juzgara, no podríamos existir.
Los
miembros de una familia de almas también tienen un color vibratorio específico.
Podemos encontrar almas de nuestra familia esparcidas por todo el mundo.
Tenemos una familia terrestre y otra celeste (nuestra
"Familia de Almas"). ¡Como es arriba, es abajo!.
Nuestra
alma abarca mucho más que la envoltura física, está aquí y allí, porque aquí es
allí y allí es aquí. No hay separación. Vivimos
todas nuestras vidas al mismo tiempo. Por eso, cuando sanamos un espacio,
sanamos el conjunto. El más allá no es un lugar de reposo sino de constante
evolución.
Estamos
conectados telepáticamente con nuestra familia de almas.
Cuando nuestra alma conecta con otra alma de la misma
familia aumenta la intensidad vibratoria de la familia.
Todas las familias colaboran y se apoyan mutuamente, se necesitan unas a otras
para servir a la evolución y el Alma Madre nos brinda su apoyo para ello. En el
más allá, el conjunto de familias de almas forman un cuerpo vibratorio que es
la expresión pura del amor infinito.
Cuando
encarnamos, nos reunimos con nuestra familia terrestre y vamos a coincidir con
una serie de almas: padre, madre, hermanos, hermanas, amistades, ….con las cuales tenemos ocasión de sanar las
heridas del corazón y sirven a nuestra evolución. A veces, nos encarnamos
con diferentes miembros de nuestra familia celeste.
Es importante que, a través de nuestra identidad
terrestre, nuestra alma despierte a nuestra naturaleza divina, a nuestra
identidad celeste y reconozcamos nuestra pertenencia a nuestra familia de
almas.
Si
despertamos nuestra conciencia y nos asociamos vibratoriamente a nuestra
familia de almas y de otras familias celestes, crearemos lazos de amor. Si
vivimos la vida desde la energía del amor, recrearemos la familia celeste en
los planos terrestres, es decir, instauraremos el cielo en la Tierra. La Fuente
nos acompaña con su luz y paz.
Nuestra alma, sabe que estamos “de paso” en la Tierra
y que la encarnación responde a un fin: sanación interior, trascendencia,
reencuentro con otros hermanos/as de luz,… para crear una energía en el
planeta que conecte el Cielo y la Tierra y a las familias entre sí, sembrando
el AMOR y la LUZ.
No
hay separación entre las diferentes familias.
Somos “uno” y en el Universo todo tiene un sentido
“divino”.
El
alma se va “purificando” y eso, permite volver a la Fuente.
En
realidad, el alma siempre está contenta de poder reencarnarse para servir de
nuevo a la Fuente. Todas las almas encarnadas en el planeta, contienen amor.
La
llama divina en nuestro interior no se apaga nunca.
El
amor, es la vibración que lo ensambla todo.
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