El cristal y las piedras vibran y amplifican las energías
con las que están en contacto.
Pasa por muchas manos y
lugares diferentes antes de llegar a nosotros: trabaja y absorbe conocimiento,
experiencias y situaciones.
Por eso, una vez que te
llega un cristal, muchas veces es porque es para ti, para tu bienestar,
entonces es bueno hacerlo tuyo energéticamente con alguna de (o todas) estas
técnicas de limpieza:
CON AGUA
Podes dejarlos bajo un
chorro de agua corriente de la canilla para una limpieza rápida, visualizando
que al sostenerlo el agua se lleva todo lo que la piedra ya no necesita.
También podes poner todos
los que tengas juntos en un cuenco de cerámica o vidrio con agua y sal gruesa
marina, ya que es la más natural y dejarlos al aire libre a la luz del sol y de
la luna por tres días.
Luego, se enjuagan con
agua corriente y ¡listo! Ya están limpios y cargados con la energía más
poderosa para cumplir con su deber.
En el caso de piedras que
vienen del mar, lo mejor es limpiarlas
con el agua de mar y dejarlas secar al
sol.
Eso sí, evita sumergir en
agua los porosos, como la calcita o selenita, y los metálicos, como la pirita.
CON TIERRA
Otra forma de limpiar un
cristal es apoyándolo sobre la tierra, lo mejor es usar esta técnica con
cristales que no se pueden mojar o que están engarzados en algún tipo de metal.
Al posar el cristal o
clavarlo (si es que tiene forma de punta) sobre la tierra, se produce una
descarga energética que es neutralizada al tocar el suelo, y esto hace que se
desprograme o resetee su información.
Si son cristales o piedras
en bruto, se les da un baño de tierra, y se luego se les deja al Sol.
CON AIRE
Un cristal puede también
limpiarse con humo de hierbas o resinas de copal, salvia o lavanda.
Ponemos a quemar sobre un
carbón para sahumar cualquiera de estas hierbas mágicas que usualmente se
utilizan para limpiar y pasamos el cristal sobre el humo varias veces.
CON FUEGO
Algunas personas creen que
también pueden limpiarse pasándolos fugazmente sobre la llama de una vela.
Te recomendamos hacerlo
rápido para que el cristal no se recaliente y corra riesgo de quebrarse y con
mucho cuidado de no quemarte.
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