Para Aristóteles (384–322
a. C.) el éter era el elemento material del que estaba compuesto el llamado
mundo supralunar, mientras que el mundo sublunar está formado por los famosos
cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. A diferencia de éstos, el éter es
para Aristóteles un elemento más sutil y más ligero, más perfecto que los otros
cuatro (la física de Aristóteles es cualitativa, más que cuantitativa) y, sobre
todo, su movimiento natural es circular, a diferencia del movimiento natural de
los otros cuatro, que es rectilíneo. Según
Aristóteles el éter es una substancia divina e indestructible. su espacio
natural son los cielos, donde se forman las estrellas y otros cuerpos
celestiales.
En la India se conoce el
éter con el nombre de akasha. El akash, akasa, éter es paradójico: existe y sin
embargo no existe. Es la fuente de todos
los demás elementos, el depósito de la energía creativa del universo, pero
no interactúa con los demás elementos. Durante la Edad Media —tras la
recuperación de la filosofía aristotélica, el término aether, justamente por
ser el quinto elemento material reconocido por Aristóteles, comenzó a ser
llamado así (quinto elemento) o también qüinta essentia, de donde viene la
expresión quintaesencia (usada en la cosmología actual para referirse a la
energía oscura).
La teoría del éter como
fluido infinitamente elástico e imponderable que permea a todo el universo fue
descartada a inicios del siglo XX por Albert Einstein en su teoría de la
relatividad, sin embargo el campo de Higgs que resultaría corroborado por el
descubrimiento (predicho) del bosón de Higgs en el 2012, tiene mucha similitud
con la “antigua” teoría científica del éter.
La energía oscura
actualmente constituye un 70 % de toda la energía presente en el universo, el
resto está formado por un 26% de materia oscura –que no sabemos qué es–, y un
4% de materia ordinaria de la que están hechos los planetas, las galaxias y
todos los objetos que observamos en el cielo. Algunos cosmólogos han llamado a
esta energía oscura: quintaesencia. La quintaesencia es un término que se
utilizaba en la edad media para designar a un quinto elemento adicional a los
cuatro ya conocidos: tierra, agua, fuego y aire. Un quinto elemento o quinta
esencia debía formar parte del todo.
Las observaciones
astronómicas mostraron, en 1998, que el universo crece en forma excesiva, pero
que la naturaleza de la energía oscura que impulsa la dilatación podría
implicar escenarios distintos para su futuro.
La energía del éter es la fuerza que fluye constantemente
desde las profundidades del Universo, uniendo al hombre con la Creación. En las Ciencias Ocultas, el éter atrae y favorece el
pensamiento mágico y todo lo relacionado con la espiritualidad y el misticismo.
El Éter era el alma del mundo y toda la vida emanaba de él. Éter es la energía
de la que somos hechos con la que estamos conectados.
Aún tenemos que entender
cuál es la naturaleza de esta quintaesencia.
La fantasía a través del
cine nos propone sus sugerencias. En 1997 se estrena la película “El quinto
elemento”, protagonizada por Bruce Willis y Milla Jovovich, y como siempre
Hollywood esconde una verdad dentro de una ficción. Para el neófito, el quinto
elemento era el personaje de Leeloo representado por Milla Jovovich, pero en
realidad el quinto elemento era la extraña “luz” que emanaba de su interior y
transmutaba toda la energía en amor hacia la humanidad y cuyo poder destruía el
mal que se acercaba a la tierra para su aniquilación.
Esa misma fuerza universal, cósmica, planetaria, es tu fuerza
individual, el reflejo del creador, tu fuerza vital, la energía divina que te
sostiene y te hace estar presente como fractal divino en esta experiencia
dimensional, sostiene tus cuerpos, tus sentidos, tus emociones, tu fuerza
vital, la energía etérea que te permite manifestarte y vivir la experiencia
humana. Tu cuerpo etéreo individual, la que te hace caminar, correr, la que se
debe cuidar para que el cuerpo no se enferme.
Si tú cuerpo etéreo está
vital y conectado con la intención pura del corazón tu cuerpo lo estará, de lo
contrario, la energía vital al no verse conectada con el cuerpo, este se
debilita y puede preparar una nueva experiencia en otra encarnación.
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