Leemos a menudo en
diversos medios, y yo también lo he dicho más de una vez, que la bruja es, ante
todo, una mujer libre. Y sé que muchas pensaréis: ¿Cómo puedo yo ser libre si
tengo una hipoteca que pagar, o unos hijos que dependen de mí o un trabajo al
que estoy atada para pagar mis facturas? ¿Cómo puedo ser libre si no dispongo
del dinero necesario para viajar, o para poder dedicarme a lo que me apasiona,
o apenas tengo tiempo para dedicarlo a descubrir qué es lo que me apasiona?
¿Cómo puedo ser libre?,¿Cómo puedo ser bruja si no puedo ser libre?
Sé que la situación de
muchas es ésta; una casa, una familia, un trabajo, facturas, obligaciones,
compromisos… pero, ¿Qué hay de vuestra mente? ¿De vuestra imaginación? ¿De
vuestras ideas y vuestro corazón? ¿Quién, salvo vosotras, decide en vuestro
interior? ¿Quién puede deciros cómo tenéis que ser, cómo sentir, cómo opinar,
quién ser? Nadie. Nadie, salvo vosotras.
Cuando cae la noche y
todos duermen en casa, cuando dejo mi cama y bailo despacio en silencio al son
de una música tenue y lenta, cuando muevo las caderas ondeando y elevo los
brazos y me dejo llevar con los ojos cerrados en las horas de la madrugada, no
hay nadie más libre que yo.
Cuando camino por el
bosque abriéndome a la energía antigua de los árboles vetustos, al sonido de
mis pasos sobre la hojarasca y a la caricia suave del sol en mi rostro, no hay
nadie más libre que yo.
Cuando la luna llena
ilumina la hoguera alrededor de la que bailo con mis brujas en las noches de
Akelarre, no hay nadie más libre que yo.
Porque esa es la libertad
de la que tanto se habla. Esa es la libertad de la bruja.
Una bruja es libre cuando
decide que sus ideas son tan o más importantes que las de aquellos que la
rodean. Es libre cuando sabe defenderlas de los ataques de otros. Cuando se
atreve a tener opiniones propias, ajenas a las de su círculo familiar o más
cercano. Cuando sabe que tiene derecho a tenerlas y expresarlas.
La bruja es libre desde el
momento en el que decide tomar esa palabra para describirse a sí misma
enfrentándose a siglos de desprecio, de acusaciones y castigos. Es libre cuando
no ve otra opción que ser valiente si quiere sentirse orgullosa de sí misma y
que presentarse ante el mundo como una bruja es lo único coherente con su
identidad.
Es libre cuando por fin
comprende que los juicios de otros no pueden herirla y sin embargo el juicio
propio sí. No importa lo que opinen o hablen los demás de nosotras. Nunca nada
será peor que saber que el miedo no nos permitió atrevernos a ser la mujer que
queríamos ser. Una bruja es libre porque no sólo se atreve, es que no puede
evitar ser quién es.
Una bruja es libre cuando
a pesar de gastar sus horas en un trabajo desagradable pero necesario, es capaz
de asumirlo y compensarlo haciendo que el resto de su tiempo sea inolvidable.
Cuando el mundo parece oscuro y tedioso a su alrededor, pero ella sabe
encontrar magia en cualquier momento y en cualquier lugar porque solo tiene que
recordar que ella es la magia.
Una bruja es libre cuando
se permite amar sin miedos y sin juegos, amar al mundo, a sus seres queridos, a
ella misma. Sin mentiras, sin ficciones, sin traición. Es libre para poner su
corazón en manos de quien ella decida, pero también para recuperarlo cuando lo
crea necesario, sin malgastar años ni ilusiones prisionera en una relación sin
futuro por miedo a la soledad o al qué dirán.
Una bruja es libre cuando
construye mundos en su mente y abre puertas que la llevan a mil lugares
sagrados nacidos en sus sueños. Cuando
cruza el velo que separa los mundos en cada ritual y viaja de formas que otros
solo sueñan. Cuando sabe que, siendo solo una mujer, en ella se cruzan mil
tiempos y mil mundos y la voz de millones de mujeres que habitaron la tierra
antes que ella y que hoy le susurran a través de los millones de células que
ellas le han legado.
La libertad no consiste en
ser millonarias, o viajar constantemente por lugares exóticos, o tener todo el
tiempo del mundo para hacer lo que nos apetece a cada momento. Simplemente
consiste en ser indomables en nuestro interior. En nunca rendirnos ante otros.
En no ceder cuando sabemos que tenemos razón, en no permitir que nos hieran sin
defendernos. En mantener nuestra identidad, aunque no sea del agrado de las
personas que nos rodean. Consiste en no someternos para evitar confrontaciones,
en atrevernos a pensar en nosotras mismas sin caer en la trampa de sentir que
somos egoístas. En liberarnos del concepto de culpa que persigue a las mujeres
desde hace tantos y tantos siglos.
La libertad de la bruja
consiste en atreverte a ser distinta cuando lo distinto no está bien visto. En
dar prioridad a tus sueños porque también tienes derecho. En no sentirte
ridícula cuando otros se burlen, porque lo harán. En aceptar que nunca le vamos
a gustar a todo el mundo y que habrá personas que no nos lo pondrán fácil. La
libertad consiste en poder elegir tu camino, en permitirte tomar tus propias
decisiones, en tomar las riendas de tu vida y hacerte responsable de tus
aciertos, pero también de tus errores. En definitiva, consiste en la valentía
de atreverte a ser quien eres le pese a quien le pese y a pesar de todo.
Por eso no te preocupes si
no tienes tiempo, dinero o un pasaporte lleno de sellos. Cierra los ojos,
mírate por dentro y vuela, piensa, imagina, crea y construye tu propia
identidad. Conviértete en la mujer que sabes que puedes ser dejando a un lado
el miedo y la vergüenza. Crea mundos, abre puertas, deja que tu magia brote de
ti e inunde tu vida. Descubre el poder de permitirte ser libre y explora la
inmensidad del universo que llevas dentro. Descubre que no hay nada más libre
que el alma de una bruja, porque ninguna
cadena puede retener lo que es infinito y eterno.
Y lo único que te separa
de esa libertad infinita y eterna, es atreverte a serlo.
Autora: Hyedra de Trivia.
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