La envidia es un
sentimiento destructivo que desafortunadamente tiene mucho poder sobre nuestras
vidas. Cuando alguien coloca la energía negativa de la envidia sobre nosotros,
sentimos sus efectos físicos y espirituales. Aprenda a realizar un ritual para
alejar la envidia y crear una barrera protectora en su cuerpo.
La alegría de los demás
molesta, especialmente a las personas que tienden a ser envidiosas. Si
conseguiste un buen trabajo, una buena relación o ganaste un buen premio en
efectivo, las personas pronto parecerán celosas de nosotros: hablar mal,
desear, despreciar o mentir sobre nosotros mismos.
Necesitaras:
6 hojas frescas de menta
lavada
1 cucharada de sal gruesa
(¡si tienes sal gruesa de hierba de limón es aún mejor!)
2 litros de agua tibia
Como preparar el ritual:
Para que este ritual tenga
el efecto deseado, es mejor realizarlo un día Lunes. Macerar las hojas de menta
y luego ponerlo en el recipiente con 2 litros de agua tibia. Revuelva bien.
Agregue la sal gruesa y revuelva un poco más, siempre macerando las hojas en el
agua. Cuando el agua esté bien perfumada con menta, cuele la mezcla y vaya al
baño.
Tome un baño largo y muy
relajado, dándose cuenta de que toda la envidia que ha depositado en su cuerpo
se está marchando. Cuando termine el baño, vierta el agua con la menta y la sal
gruesa desde el cuello hacia abajo.
Secar suavemente con la
toalla y dormir con el baño.
Antes de acostarse, lea el
Salmo 7:
“¡Sálvame, Señor mi Dios,
porque en ti busco refugio!
¡Líbrame de todos mis perseguidores!
De lo contrario, me
devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.
Señor mi Dios, ¿qué es lo
que he hecho? ¿qué mal he cometido?
Si le he hecho daño a mi
amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me
persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los
suelos.
¡Levántate, Señor, en tu
ira; enfréntate al furor de mis enemigos!
¡Despierta, oh Dios, e
imparte justicia!
Que en torno tuyo se
reúnan los pueblos; reina[a] sobre ellos desde lo alto.
¡El Señor juzgará a los
pueblos!
Júzgame, Señor, conforme a
mi justicia; págame conforme a mi
inocencia.
Dios justo, que examinas
mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es
justo.
Mi escudo está en Dios, que
salva a los de corazón recto.
Dios es un juez justo, un
Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.
Si el malvado no se
arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; ya ha preparado sus
mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.
Miren al preñado de
maldad: concibió iniquidad y parirá mentira.
Cavó una fosa y la ahondó,
y en esa misma fosa caerá.
Su iniquidad se volverá
contra él;su violencia recaerá sobre su cabeza.
¡Alabaré al Señor por su
justicia!
¡Al nombre del Señor
altísimo cantaré salmos!
De esta manera, su
cuerpo estará protegido de toda envidia y le quitará toda la carga negativa que
ya se le haya impuesto. ¡Buena suerte con este ritual para evitar la envidia!
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