Existe una tendencia en la ciencia del Ocultismo para referirse a dos tipos de magia: Alta Magia y Baja Magia. Con frecuencia, esto se interpreta como un juicio moral más que un aspecto técnico. En realidad, las palabras Alta y Baja no se refieren al valor moral de la Magia que se hace, sino a la forma de sus rituales y las energías con las que se trabaja.
Muchas personas usan el
término Alta Magia Blanca o Magia Ceremonial en el contexto de hermetismo o
esoterismo occidental para abarcar una amplia variedad de rituales largos y
complejos de Magia. Se nombra como tal debido a que los trabajos incluidos se
caracterizan por las ceremonias y una cantidad de accesorios necesarios para
ayudar al practicante. Puede verse como una extensión de la magia ritual, y
muchas veces se usan como sinónimos.
Alta Magia y Baja Magia
Se utilizan los términos
Alto y Bajo para indicar la fuente de la energía a usar durante nuestros
trabajos mágicos. Sin embargo, esto se basa en una cosmología medieval y no en
un verdadero análisis de la energía. Entonces, llamamos Alta Magia a la que
utiliza la energía pura, traída directamente de la Fuente, mitigada por formas
y rituales específicos con el fin de dar forma a la fuerza, según la intención
del mago o practicante.
La Baja Magia extrae la
energía de la tierra, energía que se ha suavizado por existir en el mundo
manifiesto alrededor del mago. Esta podría llamarse “Magia de Gaia” o “Magia de
la Tierra” y la otra “Magia Solar.” De hecho esto funciona mucho mejor como
analogía. El Alto Mago saca su fuerza directamente desde el centro de la Vida y de la Luz que se manifiesta como el
Sol en nuestro cosmos. El Bajo Mago se basa en la misma energía, pero después
de que ha sido absorbida y ha mutado dentro de la tierra viva sobre la que él
se encuentra, como por ejemplo la Magia Verde o la Magia Elemental.
Encuentro interesante que
hoy tendamos a considerar “ la superstición ” como algo que se basa en reacción
antes que en pensamiento. Para los romanos, la superstición significaba algo
bastante diferente. Era aplicada a aquellos que gastaban demasiado tiempo
investigando asuntos de religión, dentro de, quizás, “cosas que se suponían no
tenemos el derecho de saber”.
Aunque la prueba nos
muestra que los romanos no eran de ninguna manera adversos al uso personal de
la magia (Graf 1997), parece haber habido un poquito de desconfianza hacia
aquellas personas que sabían demasiado (Luck 1999). La magia vino del este y
fue siempre uno poco sospechoso si esta inducía a una falta de decoro o una
falta de control.
Los estudios de
historiadores académicos, quienes ahora pueden proclamar a la historia de la
magia como un área legítima de estudio tienen aún que presentar un enlace
específico, firme y directo entre los tipos de magia /conocimiento que causaron
preocupación a los patriarcas romanos y aquello practicado por los magos
medievales, pero por supuesto tales afirmaciones ha sido hechas hace siglos – y
por los magos mismos.
Parece haber existido una
diferencia entre lo que es llamado “alta magia”, y “baja magia”, a los finales
de la Edad Media y posteriormente (Flint 1991; Flint 1999; Jolly 2001; Jolly,
Raudvere Et Al. 2001; Luck 1999; Russell 1981, etc.).
La “ alta magia ” fue
practicada por los instruidos, los ricos, la elite, mientras que la “baja
magia” , o común, se suponía las actividades del brujo o la bruja del pueblo.
Me parece que esta distinción existe todavía entre nosotros. Al igual que con
la mayoría de las diferencias, esta tiene su parte práctica pero la
sobre-evaluación de tales diferencias es más problemática que útil.
Sostendría que de algún
modo esta diferenciación está basada en las muy antiguas distinciones entre “el
conocimiento” y “la experiencia”. O, para ponerlo más claramente, entre “el
conocimiento acumulado, obtenido de muchas fuentes” y “mi propio conocimiento,
ganado a partir de la experiencia”.
El practicante de “alta
magia” o “el estudiante de las artes esotéricas” pudo haber aprendido mucho de
leer los libros – pero con certeza ¿ es esa, en sí misma, una experiencia?
De modo semejante, la
bruja de cocina que evade los libros, favorece la idea de que en lugar de aquel
tipo de aprendizaje, el trabajo mismo es un constante aprendizaje; Ella aún
está acumulando conocimiento, y ocupándose de él en una forma más o menos
sistemática.
Por mucho tiempo he estado
fascinado por el hecho que en un dominio que tan a menudo afirma que la
autonomía del individuo y que ciertamente la autoridad del individuo es
suprema, esta distinción todavía prevalece. Parece profundamente arraigada; En
muchas áreas parece haber un privilegio de lo intelectualizado, de los
estudios, sobre lo experiencial (o vice versa – ambos movimientos perpetúan la división).
Ciertamente, hay a menudo
un encumbramiento de lo viejo sobre lo nuevo, de lo establecido sobre lo
innovador, de lo sabido y agotado sobre lo fresco y entusiasta. Para ponerlo
más directamente, parece haber un conservadurismo inherente que aparece en los
lugares más improbables: Las personas por un lado pueden proclamar a su avant garde–ismo
al mismo tiempo que ven despectivamente el ardor del “novato” (algunas veces
reconocidamente saliendo a borbotones).
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