lunes, 8 de julio de 2019

LOS ELEMENTOS PARTE I




Uno de los temas más importantes de todo mago es el conocimiento que debemos tener sobre los elementos, que son los atributos básicos de las fuerzas de la naturaleza y de la Tierra.
Son, por tanto, el Aire, el Fuego, el Agua, la Tierra y el Espíritu.
En sus muy distintas formas son aspectos del ecosistema de los que surge toda la vida y que influyen sobre nuestra existencia.

La teoría de los cuatro elementos es muy antigua (por ejemplo, en china se desarrolló en el segundo milenio antes de Cristo) y se originó debido a la observación de la naturaleza. La gente se dio cuenta de que se podía hacer un ciclo de creación o destrucción con las cuatro cosas básicas de las que dependía para poder sobrevivir: el aire para respirar, el agua para beber, el fuego para calentarse y la tierra para comer.
Si alguna de esas cuatro cosas faltaba el equilibrio y el ciclo se rompían dando lugar a la muerte.
Posteriormente se le asignaron propiedades espirituales, mágicas, religiosas, curativas, etc. los dibujos o pinturas de círculos divididos en cuatro partes es la forma más común de representarlos: Es la Rueda de Medicina chamanica o Cruz Solar
En la cultura occidental, el origen de la teoría de los cuatro elementos se encuentra en los filósofos presocráticos y perduraron a través de la Edad Media hasta el Renacimiento. 
Quien profundizaría sobre estos elementos sería el filósofo griego Empédocles, él menciona cuatro “raíces” (rhicómata) eternas, que corresponden a los cuatro elementos naturales: fuego, agua, aire y tierra.
Los pitagóricos utilizaban las letras iniciales de los cinco elementos para nombrar los ángulos de su pentagrama, y los identificaban con los sólidos platónicos.

Es interesante notar que existe un paralelismo entre los cuatro elementos y las formas en que la materia puede presentarse:

FUEGO ——> ENERGÍA
AGUA ——> LIQUIDO
TIERRA ——> SÓLIDO
AIRE ——> GASEOSO

Esta concepción de las esencias naturales (elementos) cobró tal importancia que fue aceptado por los filósofos. Aristóteles postuló que la materia, dentro de nuestro alcance físico, es una mezcla de cuatro elementos: Tierra, Agua, Aire y Fuego.
Para Aristóteles, los cuatro elementos se encontraban organizados alrededor del centro del universo para formar una esfera sublunar. Completaba su tradicional estudio anotando que “el agua es tanto fría como húmeda, y ocupa un espacio entre el aire y la tierra en las esferas elementales”.
 En el ciclo de dominación, el agua domina al fuego y es dominada por la tierra. 
Es aliada del elemento Aire. Opuesto está el fuego.
Más tarde Aristóteles agrega el Quinto Elemento o Quintaesencia el cual no era ni terrenal ni corruptible, era celestial.




Durante la Edad Media, se recoge el pensamiento aristotélico, y son los alquimistas los que nos hablan de los cuatro elementos en relación: el Fuego con el Oro, el Aire con la Plata, el Agua con el Mercurio y la Tierra con el Plomo. Es sumamente interesante asimismo la unión que hacen de estos cuatro elementos cósmicos con cuatro elementos o cuatro cualidades psicológicas encerradas en el ser humano: el Fuego relacionado con el Saber, el Aire con el Osar, el Agua con el Querer y la Tierra con el Callar.
La astrología ha usado el concepto de los elementos clásicos desde la Antigüedad hasta el presente. Muchos de los astrólogos modernos usan en sus análisis los cuatro elementos de la antigüedad griega, y además los consideran una parte importante de la interpretación de la carta astral.
Así, al hablar del Elemento Tierra nos referimos a todos los principios “sólidos”, estables, consolidados, firmes o coagulantes, tanto en niveles físicos, emocionales, mentales o espirituales. El Elemento Agua a todos los principios “acuosos o líquidos”, fluidos, fluyentes, adaptables e, incluso, solventes. El Elemento Aire se refiere a todos los principios “gaseosos”, informes, expandibles, sutiles y volátiles. Al referirnos al Fuego entendemos con él a todos los principios “ígneos y energéticos”, tales como la electricidad, por ejemplo; el fuego también representa la expansión, la energía, la vitalidad, el furor y la vitalidad.

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