lunes, 8 de julio de 2019

LOS ELEMENTOS PARTE II


Hay algunas tesis y teorías que dan a la Tierra propiedades muy diferentes a las del Fuego, el Aire y el Agua. Uno de ellos es Robert Fludd que fue discípulo de Paracelso.
Según esta tendencia el acto divino de la creación se representa como un proceso alquímico en el que Dios obtiene del caos tenebroso los 3 elementos primarios: luz, oscuridad y aguas espirituales. Son estas aguas el principio de los 4 elementos aristotélicos, de los cuales la tierra es el más tosco y pesado.
Esta primera tierra Fludd la compara con el sedimento que se deposita en el matraz durante la destilación alquímica.
Ya en los primeros albores de la humanidad se afirmaba que todos los cuerpos estaban integrados por la combinación de los cuatro elementos fundamentales.
Al Fuego lo llamaron materia radiante.
La Tierra recibía el nombre de materia solida.
El Aire era la materia gaseosa o etérea.
El Agua se consideraba la materia liquida.
Esta diferenciación fue tomada por la medicina y derivo en la división de los 4 temperamentos o humores que ya hemos visto anteriormente.

La asociación de los 4 elementos produce de este modo la diversidad de los cuerpos y los seres repartidos por los 4 reinos de la naturaleza. De la misma forma la mezcla de los cuatro temperamentos en el organismo humano viene a formar el carácter fisiológico de cada individuo.

Los cuatro elementos actúan como si fueran filtros de la energía del Sol, la Luna y los planetas. Son los filtros que gradúan la función del "yo". La tierra con el cuerpo y la materia, el agua con las emociones, el agua con la mente y el intelecto, y el fuego con el espíritu y la intuición.

En el Universo todo es vibración y los elementos Tierra, Agua, Fuego y Aire no deben interpretarse únicamente en su sentido puramente material sino conceptual, ya que constituyen la síntesis de todas las manifestaciones físicas y psíquicas de cada ser. Nuestra mente puede crear imágenes positivas capaces de anular estados de ánimo negativos. Ejercítelas con el estímulo visual del aire, agua, el fuego y la tierra.

Teniendo en cuenta los elementos, la magia la dividiremos así:
  • Magia del Fuego: Poder y Energía
  • Magia de la Tierra: Poder de lo Perenne
  • Magia del Aire: Poder de la Mente
  • Magia del Agua: Poder del Sentimiento
Todo cuanto hagamos en nuestra vida es un ritual y tiene un simbolismo muy personal y cada uno le da el valor que tiene en su corazón, por ello es importante saber sumergirse en las profundidades de nuestro propio universo, conocerlo, comprenderlo, amarlo, aceptarlo, respetarlo, para así sanarlo y entrar en armonía con cada elemento.


El Aire es el viento; desde la brisa veraniega más gentil a los huracanes y tornados que arrasan el planeta. Todos los seres vivos necesitan respirarlo de alguna manera. 
El Fuego es el calor y la luz que emanan del Sol, así como las llamas que alumbran nuestros hogares o las que se propagan salvajemente y asolan lo que encuentran a su paso como lo haría un incendio en un bosque. La vida, por supuesto, necesita la luz y el calor para sobrevivir..

El Agua abarca desde una simple ducha hasta un aluvión, así como los arroyos, los ríos, los océanos o los mares en calma o sumidos en la peor de las tempestades. En su estado más brutal es el tsunami o la violenta marejada. Y, desde luego, todas las formas de vida necesitan el agua para sobrevivir.

La Tierra son las rocas, las piedras, los guijarros y los minerales, además de la arena en la que subsisten diversas criaturas; pero es también el terremoto que puede extinguirnos. Es el medio en el que crecen las plantas y un agente fundamental en la cadena alimentaria.

El Espíritu es la divina y misteriosa chispa de la vida; la diferencia entre algo que vive, crece y se reproduce o lo que yace quieto e inerte.


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