sábado, 25 de agosto de 2018

EL DIA DEL NACIMIENTO: EL NÚMERO DEL ALMA


En el contexto de la aventura del alma, como parte del proceso de elegir las circunstancias que nos apoyan en nuestro propósito, elegimos el día que nacemos. La numerología permite explorar el camino elegido a través de los números de la fecha del nacimiento. ¿Puedes imaginar que en ese momento tan especial de tu nacimiento las estrellas estaban reflejando tu camino? Estamos hablando de espejos: lo que está fuera refleja lo que está dentro. La posición de las estrellas en el cielo te hacía de espejo. 

El idioma de la astrología permite también interpretar esta posición para obtener información sobre el camino que hemos elegido. Otros idiomas permiten leer las manos, los pies, las orejas, los ojos... La información se encuentra en todas partes y para leerla se utilizan distintos lenguajes.
La suma de la fecha completa del nacimiento nos da el "número del Alma", que es el dígito que nos aporta más información acerca del camino elegido. Este digito también es el llamado el número del propósito de vida. El camino se relaciona con el alma porque, aunque los acontecimientos los vivimos físicamente en el cuerpo, los sentimos y les damos el sentido a través del alma. Somos almas que utilizamos cuerpos y personalidad para relacionarnos en un escenario, para evolucionar en nuestros caminos, como un actor que evoluciona a través de distintos papeles que interpreta a lo largo de su carrera.
Tratamos especialmente los dones y desafíos relacionados con la fecha del nacimiento. En nuestro camino hemos elegido explorar una serie de cualidades. En el lenguaje de la numerología, a cada grupo de cualidades le asignamos un número. Las cualidades que se asocian a cada dígito están vinculadas entre si, de forma que parece que unas son consecuencia de las otras. Muchas veces no se puede explicar una sin la otra. Por ejemplo, en el número 6, la exploración de la responsabilidad, aceptación y perfección van unidas. 
Las cualidades más importantes que hemos elegido experimentar en esta vida son las que se asocian al "número del alma"; su explotación nos va a servir para hacernos más conscientes de nuestro camino. Aunque es un punto de referencia bastante limitado decir que una persona es un 2 o un 5, lo cierto es que cada número tiene un sabor, y que ese sabor lo toca todo en la vida de la persona.
Además de éste, hay otros números que nos amplían y personalizan la información.
Ésa será la esencia de nuestra aventura, aunque los personajes, escenarios y circunstancias se generarán sobre la marcha. La numerología nos va a servir como una guía de viaje, que nos muestra cuáles son los desafíos del camino.
La visión de cada número está enfocada desde los siguientes campos:


* Dones
* Desafíos
* Niñez
* Profesión
* Salud
* Relaciones
* Recordar

Los dos primeros, dones y desafíos, están expresados preferentemente en primera persona del plural, es decir, "nosotros". Hemos elegido esta forma de expresión porque estos dones y desafíos nos afectan a todos en varios momentos de nuestra vida, y no sólo al número del alma correspondiente. 
En efecto, cuando exploremos los ciclos de nueve años y las etapas de la vida, veremos que para trazar nuestro camino utilizamos las energías de todos los números.
La energía de nuestro número del alma nos acompaña durante toda la vida, aunque a medida que nos alineamos con ella menos la notamos. Eso sucede porque lo que más nos llama la atención en el camino son los desafíos, que representan las piedras con las que tropezamos. El camino pasa por aceptar y entregarse a los desafíos recogiendo el regalo que ofrece cada uno de ellos. Por fin se manifiesta un equilibrio entre dones y desafíos no en la dualidad positivo/negativo, sino en el aspecto de trascendencia o transmutación: cuando uno se entrega a un desafío, éste se convierte en un don.
Reuniendo dones y desafíos, que representan paletas de distintos colores y tonos, se pinta y expresa la obra de arte que es la vida de la persona. La numerología nos va a permitir apreciar en toda su belleza esa gran obra.

LOS DONES SON CUALIDADES QUE MANIFESTAMOS CON NATURALIDAD.

Una de las dificultades en percibir nuestros dones es que no los valoramos porque son cosas que hacemos fácilmente, casi sin darnos cuenta o sin darle importancia.
Al contrario, solemos llevar la atención preferentemente a los puntos donde tenemos dificultades, como si nos gustara sufrir, y de esta manera, olvidando nuestros dones, parece que toda nuestra vida se convierte en una gran dificultad.
Paradójicamente, sí percibimos los dones de las personas que están a nuestro alrededor y nos parece que son mejores que nosotros, que sus vidas son más fáciles y dichosas o que tienen más suerte. En este sentido, esta exploración facilita el despertar personal hacia nuestros propios dones.

Los nueve números se configuran en tres triángulos ascendentes: el primer triángulo, que es el escenario del YO, lo forman los números 1, 2 y 3; el segundo representa la ENTREGA, números 4, 5 y 6, y el tercero conduce al DESAPEGO, números 7, 8 y 9. Otra forma de nombrar los triángulos es por su edad: el primer triángulo es el niño; el segundo, el adulto, y el tercero es el viejo.
Si exploramos cada número de forma resumida, vemos que el 1 viene de la Unidad, que es una forma de decir que antes del 1 está el Todo o la Nada. Es como si tuviera a Dios detrás, que le anima y le da impulso para empezar a andar sus primeros pasos. Parte de su camino es separarse de ese TODO, ponerse por su cuenta y, para distinguirse, se reafirma en el YO, lo que le hace muy sensible a su "ego". Es externo y protagonista, y actúa por instinto primario, atraído por la novedad, con la ingenuidad y la inocencia de ser un hijo de Dios.

El 1 es la estrella en el escenario cuando llega el 2. 
Para el 2, el 1 representa el "otro" y le complementa buscando el "equilibrio"; encuentra su camino dando apoyo al otro sin protagonismo, sin pedir recompensas y sin necesidad de justificarse o justificarlo. 
Como el 1 se manifiesta en el exterior, el equilibrio lleva al 2 al otro lado, hacia en interior, que representa también el mundo de los y la imaginación.

El 3 llega al escenario después del 1 (exterior) y el 2 (interior).
Está indeciso, no sabe con quién ir y tampoco sabe si quedarse en el exterior o en el interior. Duda, porque no está cómodo ni dentro ni fuera; por fín encuentra su camino, desapegándose de ambos, en el puente entre uno y otro, en la oscilación entre interior y exterior.
Este continuo viaje es la fuente del proceso creativo y su comunicación.

El 4, 5 y 6 forman el segundo triángulo, el de la entrega, que simboliza la entrega a la materia, a la energía y al amor, respectivamente.
El 4 es la base del segundo triángulo, que representa la conexión con el aspecto físico del mundo. Percibe la materia como una manifestación divina y buscará su camino a través de ella. La materia se mueve más despacio que la no-materia y parece que da estabilidad y confianza. Cuando tiene prisa, encuentra obstáculos, así que tendrá que desarrollar la paciencia, que es ver la vida paso a paso, un paso cada vez. La palabra materia viene del latín mater, la misma raíz de "madre", y también simboliza familia.
Y nacido en el centro, el 5, una fuente de energía contenida en sí misma, como una batería inagotable que puede arrancar muchos coches, pero que cuando arrancan ya no la necesitan; su desafío es permitir que ellos circulen por su cuenta sin controlarlos. El 5 puede entregar su energía a todos los números y así permitirles ser independientes, alcanzando su propia libertad a través de esa misma entrega.
Para el 6, el amor es la auténtica manifestación divina, más allá de la materia (4) y de la energía (5). La expresión de este amor le permite conectarse y es la fuente de su creatividad, de su comunicación y de su éxito. Mantener esa conexión divina es tan importante para el 6, que le parece que le obliga a ser muy responsable y muy serio. A partir de esta visión, forma también su idea de perfección, que le dificulta su propia aceptación.

El 7, 8 y 9 forman el último triángulo, el del desapego, y simbolizan el tránsito de la mente al silencio (7), del poder a la transmutación (8) y de la celebración al desapego (9), respectivamente.
La mente del 7 le conduce por el camino de la lógica hasta que llega al precipicio. El salto que debe realizar es lo que llamamos transcendencia, el paso de la razón al corazón. A través de ese salto puede ver el mundo como la metáfora de que Dios está en todas partes, una realidad misteriosa que va mucho más allá de la razón. Es entonces cuando puede regresar a la mente, ya silenciosa, un volver a casa cuando ésta se ha convertido en el mundo.
Después de pasar por el Mundo (7), el 8 llega al "poder", que representa el papel del creador o el mago, la esencia de vacío, silencio y espacio, que es el origen de todo. La fuente del poder es la nada; ésa es la respuesta a la pregunta: "¿Quién soy?". El 8 viene a administrar poder para quedarse vacío, que es su meta, su próximo paso al 9. Su desafío es la manipulación, que no es un acto de poder, sino de sentirse sin poder.
El 9 es el último número, que representa la esencia que celebra su realización, el volver a ser Uno entregándose a la Totalidad. Puede vivir su vida como si estuviera en una "fiesta de final de curso". La "fiesta" simboliza la celebración; el "curso", la sabiduría, y el "final" representa el desapego. El 9 disfruta de la fiesta mientras se lo permite y, de golpe, se resiste terriblemente a la soledad de la despedida. Su vida no es nada aburrida, parece que va montado en una montaña rusa. ¡La vida nunca le tiene lástima a un 9!
Texto extraído del libro: Contando con tu Alma (Eric Rolf)

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