En su seno residen, entre otros,
los Maestros
Ascendidos.
El objetivo de la existencia de
estas almas es *iniciar
el movimiento*.
Cuando se encarnan y la personalidad asegura la transparencia, se convierten en
dirigentes, en iniciadores de algún movimiento, ya sea en la luz o en las
tinieblas.
*El juicio no existe en el más
allá*. Vuestra alma es libre en todo momento.
A través del filtro terrestre, puedes
optar por el amor y la luz. Tienes igualmente la posibilidad de unirse al
desamor y a la destrucción; tu identidad se pondrá al servicio de tu elección.
En ambos casos, continuara habitando la llama divina. La luz no desaparece
extrañada por la decisión porque como la Fuente, es incondicional. Te
acompañara hasta que transformes esa elección.
Eres libres y en esta libertad
consiste tu iniciación. *La vibración que lleva consigo las almas que eligen encarnarse
en el seno de esta familia es la de iniciar el movimiento*. Ahora bien, en la densidad
de la encarnación tal vez el alma no deje de pedir “por favor, permíteme
iniciar el movimiento” y tope con la resistencia de la personalidad hasta los
cincuenta y cuatro años, y sea entonces cuando suelte uno amarras y decida
responder a la visión interior iniciando un movimiento; la forma que adopte ese
movimiento no tiene ninguna importancia. Todo ello está exento de juicio.
Para estas almas, una de las pruebas de la encarnación
es el ego y
las distorsiones posibles de su condición de maestros: la atracción por el
poder, por la manipulación. Porque *el maestro es aquel que dirige, que
transmite, que muestra
el camino*,
que debe iniciar el movimiento a partir del amor y sobre todo de la humildad.
El maestro no necesita de ningún
título porque sabe que lo es y por naturaleza, en todas las células de su
envoltura física es maestro no solo con respecto a su vida sino con respecto a todo
lo que toca, lo cual comporta una gran responsabilidad.
Algunos pueden vivirlo como un
peso, otros pueden rechazarlo, no respetar esa energía y distorsionarla con sus
actos. A estas almas, *la encarnación les exige comprometerse*.
*El alma sabe a qué familia
pertenece, conoce su naturaleza y su identidad*.
Si la personalidad decide errar,
¡el alma obligara al compromiso!
La fuerza que la anima en la
encarnación puede hacerlo saltar todo por los aires, derrocar todas las
estructuras para favorecer el alineamiento total.
La fuerza del maestro se expresa
tanto en el hacer como en el no hacer.
Si se mantiene en su centro, si
conserva la serenidad, su impacto es mucho mayor, ya que la fuerza vibratoria
que había en su alma es tal que bastaría con que pronunciara una sola palabra
en toda su vida, en el momento adecuado, para cumplir su misión. Así es el
maestro, el que inicia el camino.
La mayoría de las almas maestro
encarnadas que he conocido, muestran una gran necesidad de encontrar el
propósito y el porqué de haber venido, como si la vida les produjera un sin
sabor, sino se sienten conectados con la misión. No hay nada que le satisfaga
ni les colme de felicidad, sino están alineados con el propósito.
*Desde lo más profundo, saben que
traen algo importante por hacer y no descansan hasta dar con ello*.
Tienen una gran perspectiva de
las cosas y una verdad que prevalece dentro de ellos, y no entienden la
naturaleza de aquello que va en contra de esa verdad. Y les gusta el reto de hacer
las cosas por ellos mismos.
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