martes, 28 de agosto de 2018

EL ESPÍRITU DE TU CASA


Algo que pocos saben y los que lo saben lo olvidan es que: absolutamente todo tiene vida. Como todo es primero una idea, luego una visión mental, al unirse a un sentimiento se forma la creación que se manifestará y materializará a la larga, tarde o temprano. Desde que nace la idea hasta que la veas manifestada, se usa energía, que no es otra cosa que Vida inteligente.
Por consiguiente, a todo, absolutamente a todo se le llama en metafísica: Entidad. Una Entidad está viva, oye, siente y responde; no existe lo inanimado. Es Energía, así esté estático, inmóvil; es una entidad sin raciocinio pero que obedece al impulso que la creó.

Dice el maestro Koot Hoomi – Instructor Mundial – que *el Espíritu de la Casa, o sea el Hogar de cada uno, es una entidad viviente, respirante, con una conciencia y una evolución propias, controlada y afectada por las vidas que moran dentro de su aura*.

Es un espíritu elemental, por supuesto; pero es de la misma raza de las fuerzas elementales que gobiernan nuestros cuerpos, y perteneciente a los Cuatro Elementos: Aire, Agua, Fuego y Tierra. Estos son impresionables y asumen las cualidades y características de la energía individual nuestra, derramada en nuestras casas y que calificamos con nuestra voluntad y respiración.

En el mismo momento cuando se forma el diseño o proyecto de su primera morada en la mente de un ser humano, por más simple o sencilla que sea, en ese mismo instante, el Poder Divino, que provee esa idea, procura un espíritu elemental para que se constituya en presencia protectora y guardián de esa manifestación.

¿No has sentido tú la vibración de las casas donde entras?. Si no lo has notado, comienza a darte cuenta. Aquellos donde ha ocurrido una tragedia, emana una expresión lúgubre. Allí donde hay un moribundo  se siente el vaho de la muerte. En cambio, hay casas que exhalan alegría, simpatía y de donde es difícil substraerse o despedirse.

Es muy provechoso amar tu casa. Bendecirla, alabarla enumerando sus ventajas y comodidades. Una práctica maravillosa es la de decir a menudo: *«BENDIGO TODOS LOS GRANOS DE ARENA, TODOS LOS ÁTOMOS DE MADERA, TODOS LOS HILOS DE SEDA, COPOS DE ALGODÓN Y MOLÉCULAS METÁLICAS QUE TE COMPONEN, MI CASA QUERIDA. TE AGRADEZCO EL TECHO QUE ME PROTEGE Y EL CONFORT QUE ME PROPORCIONAS. TE LLENO DE LUZ, TE RODEO DE LA LLAMA ROSA PARA QUE TODO EL QUE SE ACERQUE SIENTA EL AMOR DIVINO Y PIERDA TODOS DESEO DE DAÑAR LA PROPIEDAD AJENA».*

Autor: Andrea Somosa

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